Saturday, January 9, 2010

Mientras me vestía me detuve a mirarme como nunca me había mirado.
Me miré al ombligo.
Miré la cicatriz que llevo desde hace unos años atrás cuando lo adorné con una argolla plateada y la mostraba despreocupada al mundo. Me transporté a esos tiempos donde ser sexy era más importante que la transgresión de la piel de tan sagrado templo. Pero nada se compara al recuerdo que vino a mi cuando miro debajo de esa cicatriz, el óvalo de mi abdomen.
Una vez fue el canal por donde fluía oxígeno, alimentos físicos y emocionales. Era el momento de una conección mágica y sublime. Recuerdos de un lugar acogedor y perfecto. Una cicatriz que es un recordatorio eterno de que una vez estuve en el vientre de mi madre.

Adán no tuvo madre humana, por consiguiente no tuvo ombligo. Tampoco lo habría tenido Eva quien nació -según cuentan- de la costilla de Adán. Es decir que el primer ser humano que tuvo ombligo fue el hijo de Adán y Eva mas sin embargo nadie habla del asunto, ha quedado olvidado en las páginas de la historia algo tan importante, significativo como lo es el primer ser humano que nació de una mujer y por consiguiente, el primer ser humano con ombligo. No puedo más que imaginar la cara de Adán y Eva mirando a su hijo con un trozo de cordón umbilical colgando de su abdomen, sin saber qué hacer. La cara de asombro el día que se desprendió aflorando una cavidad que quedaría para siempre en su cuerpo. La angustia de Adán y Eva que no solo fueron expulsados del Paraíso por su desobediencia, sino que además tenían que presenciar tan extraño fenómeno del embarazo, el parto y luego el desprendimiento de su hijo a través de la ruptura del cordón umbilical.

Es algo fascinante y místico el tener un ombligo. Es una marca distintiva de todo mamífero, pero solo el ser humano puede hacer una reflexión al mirarlo.
Como fetos, es cuestión de vida contar con un ombligo. Cuando nacemos todavía tenemos adherido a nuestro cuerpo este surtidor divino. Todavía late, aun estando fuera de la madre. Sin embargo una vez más transgredimos lo natural y sin pensar se corta repentinamente el cordón dejando a un lado lo sacro del momento, el sutil puente entre salir del mundo de la madre al mundo personal.Por unos días lo llevamos en nuestro abdomen, pero luego se desprende totalmente del cuerpo físico dejando entrever la maravillosa cicatriz. El desprendimiento físico se hace, mas para muchos el desprendimiento emocional queda por siempre. Sea la madre o el hijo, en muchos casos el cordón umbilical queda intacto. Nunca se corta. Muchos lo tienen todavía enrredado en el cuello asfixiándolos eternamente.

Toda cicatriz nos recuerda algo. Es el resultado de un evento, es una marca que permanece en el cuerpo físico. Las cicatrices emocionales son menos visibles, pero también están en nosotros. A través de la observación, de la experiencia y el auto-conocimiento puedes decidir el efecto de estas cicatrices en ti. Mirarlas con amor y perdonando cualquier experiencia traumática, les da una ligereza y hasta una belleza excepcional.

Lo importante es cortar amorosamente nuestro cordón umbilical, mental y emocional con nuestra madre. Es un ser maravilloso que ha sido el canal para que entremos al mundo, pero tu no eres ella y ella no eres tu. Eres un ser individual nacido en este espacio porque eres necesitado por el mundo. Eres la creación perfecta del Universo que mira extasiado tu transito en esta vida. De ti depende hacer tu camino, de ti nacerán otros seres, cortarás otros cordones además del tuyo y harás cicatrices en otros. Vívelas, disfrútalas y perdona.

Desházte completamente de cualquier cosa que infrinja tu naturaleza pura de alegría y gozo. Quedará en ti un recuerdo, quedará en ti una cicatriz, pero tu sola presencia es una confirmación de que puedes seguir andando. Que una herida te marca, pero no define tu esencia. Eres mucho más. Eres... simplemente ESO.



Soham Shivoham!

Tuesday, January 5, 2010

Mi nombre

Mi nombre es impronunciable
aunque no lo conozca

Pronunciaré las sílabas inversas
en la amplitud de una sonrisa
Me desharé de tus letras sin forma
y me uniré a lo informe
No habrá una metáfora triste
al llevarte conmigo.

Arrancaré con dedos firmes tu firma
y la lanzaré al viento
para que bailes un último son
Miraré con amor tus desaires
Y clavaré una bandera libertadora
donde una vez exististe

Porque ya no te pertenezco
y tu tampoco me perteneces