Monday, June 15, 2009

Satgurú


Siempre que voy al Ashram suceden muchas cosas. Unas son de cal y otras son de arena, pero se aprende.
Hoy por ejemplo recuerdo todos los maestros que he tenido a lo largo de mi vida. Algunos tal vez jamás se vean a sí mismos como maestros, pero para mí lo han sido. De una manera u otra han estado en mi vida para enseñarme algo o recordarme algo. Unos son de cal y otros son de arena. Todos son tan amados como se amaría a un Satgurú, y como tal los venero y les agradezco.
Las enseñanzas de un maestro son como conchas que se recogen en el mar. Están allí a tu disposición. A veces solo nos interesan las más hermosas, pero todas encierran una particular belleza que cambia a los ojos de quien la mira. A veces te pueden cortar mientras caminas y sea cual sea tu respuesta ante esto, no disminuye su poder de enseñarte algo. Es lo que ves y lo que no puedes ver en la enseñanza lo que puede hacerte disfrutar del océano infinito de su sabiduría.
Yo sigo aprendiendo de mis maestros diarios, la cajera del automercado que gentilmente pone en un círculo cuanto ahorré en mi compra, la persona que me atravesó el carro en la mañana y hasta del que me hizo un gesto nada elegante cuando iba en mi carro a 40 millas en una vía de 35 millas. ¡Son todos tan buenos maestros!
Pero quiero volver a la metáfora de las conchas de mar que estaba más bonita.
Caminando por la playa el Sábado, mientras hablaba con una buena amiga, su hija recogía ávidamente conchas de la arena. Estaba completamente absorta en esta tarea y cuando ya sus manitas no podían contener tantas conchas, interrumpía nuestra conversación pidiendo ayuda con la carga. Su madre le permitió recoger todas las que quisiera, pero podía llevar a casa solo tres. No fue hasta ahora que vi en este paseo una lección de vida. Un maestro manifiesto en la relación de una madre con su hija. "Solo puedes llevar tres conchas a casa. Las demás las dejamos aquí pues pertenecen a la playa" -fueron las palabras de mi amiga. Hoy esas palabras resuenan en mi.
Son muchas las enseñanzas que podemos recojer, pero al final un gran maestro es quien te recomienda llevar a casa solo unas cuantas. El sabe que todas te gustan. El vió la alegría que tenías al recojerlas y sacudirles la arena. Hasta te vió puliéndola con tu camisa para hacerla brillar. Pero también conoce tu naturaleza. Amorosamente te permite llevar la carga que él sabe puedes llevar. Y aunque todas te gusten mucho lo aceptas porque confías. No dudas ni por un instante que él sabe qué es lo mejor para ti. Algún día elegirás tus propias conchas de mar, porque algun día podrás ser ese Satgurú. Está en ti, pero todavía no lo sabes.
Recojes tus conchas y sabes que las demás quedan en la playa. Y siempre estarán ahí cuando regreses.

Bolo Satguru Sri Yogi Hari Maharaj

1 comment:

Jeffrey Crespo said...

Ciertamente. Que linda escuela en la que vivimos, aprendiendo y enseñando...